Comer emocional

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Un fenómeno del que se habla muchísimo en estas épocas del año, es el “comer emocional”. La mayoría de los acontecimientos de nuestra vida están relacionados con la comida: celebraciones, reuniones familiares, fiestas, etc. pero también asociamos a la comida situaciones de estrés, miedo, tristeza o angustia.

La forma en la que nos alimentamos es la combinación de factores biológicos, culturales, sociales y emocionales, estos afectan también la forma como comemos. En ese sentido el comer es un comportamiento como muchos de los que tenemos día a día con una influencia mayúscula a corto y largo plazo.

De la comida obtenemos placer, satisfacción, calma, bienestar, consuelo, es por eso que cuando las emociones negativas nos visitan estas provocan una sensación de vacío. Y a veces creemos que la comida es una forma de llenar ese vacío y crear una falsa sensación de “plenitud”. 

El estrés laboral,  preocupaciones económicas, los problemas de salud, problemas en las relaciones interpersonales, etc; pueden ser la causa principal del comer emocional. 

Nuestro estado emocional y la forma como regulamos nuestras emociones, puede cambiar nuestra forma de comer y  producir culpa, miedo, descontrol y desesperación. La ansiedad, la tristeza, la soledad hacen que algunas personas coman, incluso sin tener hambre. 

Cuando esto pasa, es probable perder el control del comportamiento alimentario y, con frecuencia, aparece una alimentación inadecuada que suele tener consecuencias en nuestra salud. 

¿Cómo saber si comes emocionalmente? Reflexiona sobre las siguientes preguntas:

1. ¿Comes más cuando tes siente estresada?

2. ¿Comes cuando no tiene hambre o cuando estás llena?

3. ¿Comes para sentirte mejor (para calmarte cuando estás triste, enojada, aburrida, ansiosa, etc.)?

4. ¿Te recompensas con comida?

5. ¿Se sientes impotente o fuera de control con la comida?

¿Cómo mejorar nuestra relación con la comida?

1. Ser conscientes de cómo comemos y por qué.

2. Ver el “hambre emocional” como una señal que nos indica que algo no está bien a nivel emocional y trabajar al respecto.

3. Incrementar las actividades placenteras que no estén relacionadas con la comida.

4. Entender la relación que hemos desarrollado entre nuestras emociones y nuestra forma de alimentarnos.

5. Encontrar otras formas de lidiar con el estrés. 

6. Buscar apoyo. En momentos de tristeza o ansiedad. Un mensaje o una llamada telefónica rápida a un amigo o familiar puede hacer maravillas con tu estado de ánimo. 

7.  Distinguir el hambre real del hambre emocional, si nos aseguramos de obtener suficientes nutrientes para alimentar el cuerpo y comemos bien durante todo el día, puede que sea más fácil detectar cuándo estemos comiendo por aburrimiento, tristeza o estrés.

8. Ser consciente de nuestra alimentación. Comer mientras se está haciendo otras cosas, como mirar televisión, ver el teléfono celular, puede evitar que disfrutemos plenamente de la comida. Dado que nuestra mente está en otra parte, es posible que no nos sintamos satisfechas y continuemos comiendo aunque ya no tengamos hambre. 

Fuentes: https://www.areahumana.es/comer-emocional/

Investigación por LMR