Cuidar a las personas que cuidan

Post: L.M.  

Como mencionamos en una anterior publicación, durante el VitaFest organizamos una desconferencia en la que les participantes propusieron temas para debatir. El tema del cuidado fue puesto sobre la mesa. A continuación, compartimos algunas reflexiones sobre la conversación del 3 de junio del 2022.

Históricamente el cuidado se ha delegado a las mujeres, no obstante, nos preguntamos: ¿quiénes cuidan a las personas que cuidan? La pandemia comenzó a visibilizar mucho mejor el trabajo no equitativo para quienes somos cuidadoras. Desde que comenzó la crisis sanitaria, las labores de cuidado fueron aumentando. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las mujeres tienen a su cargo el 76,2% de todas las horas del trabajo de cuidado no remunerado (más del triple que los hombres).

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las mujeres tienen a su cargo el 76,2% de todas las horas del trabajo de cuidado no remunerado (más del triple que los hombres).

Muchas mujeres hacen malabares para poder realizar trabajo de cuidado no remunerado, además de ejercer una jornada completa de trabajo. Esta sobrecarga de tareas por realizar deja poco o casi nada de tiempo para el cuidado de la salud mental.

Durante la desconferencia, analizamos las lógicas capitalistas instauradas en la sociedad que impiden o no dan espacio ni importancia al cuidado de la salud mental. De esta conversación recogimos algunas prácticas necesarias para resistir a este problema y generar nuevas dinámicas en las que se pueda poner la salud mental al centro cuando ejercemos tareas de cuidado:

  • Espacios de cuidados de las infancias: es importante que los lugares de trabajo y centros de estudio cuenten con espacios de cuidado para las infancias para que las tareas de cuidado no se interpongan en el crecimiento laboral o académico. 
  • Re-distribución de las tareas: al hacerlo estaremos liberando tiempo para las mujeres; tiempo que puede ser utilizado para generar ingresos económicos, estudio, para el ocio o para lo que las mujeres quieran.
  • Sumar actividades recreativas: tomar aire fresco, salir a caminar para escucharnos a nosotras mismas es una muy buena actividad de autocuidado. 
  • Reflexionar sobre cómo nos cuidamos y como cuidamos al resto: identificar si estamos poniendo límites a las tareas de cuidado que realizamos.
  • Ser pacientes con nuestros procesos: las transformaciones y los procesos de sanación toman tiempo.
  • Intentar separar nuestra propia perspectiva cuando acompañamos a quienes cuidamos: no podemos hacernos cargo de todo. 
  • ¿Mi propio valor solo es ser cuidadora? Claro que no. Podemos buscarnos desde otros lugares. 
  • Establecer límites: no podemos ser heroínas siempre.
¿Cómo se puede poner la salud mental al centro para las personas que cuidan?

Una de las conclusiones de esta conversación fue que desde el activismo feminista podemos revertir el significado de cuidado y recrear un nuevo concepto que tome en cuenta nuestro propio cuidado físico y mental. Finalmente, los estados, la comunidad y las organizaciones sociales también tienen una responsabilidad en generar espacios de cuidado públicos. 

Al concluir la conversación, quedan algunas preguntas por reflexionar: 

¿Cuidamos nosotras de quien nos cuida?
¿Estamos siendo cuidadas por quienes cuidamos?
Al ser cuidadas, ¿cómo reconocemos y agradecemos las labores de cuidado?

Puedes revivir el Vita Fest aquí.

Crianza y cuidados en confinamiento

Según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2017), en América Latina, la proporción de tiempo dedicado a quehaceres domésticos y cuidados no remunerados de las mujeres duplica la de los varones en la mayor parte de los países.

Si sumamos el trabajo remunerado y el no remunerado, a nivel global, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE, 2018) estima que las mujeres trabajan 2,6 horas más que los hombres en promedio, diariamente.

Estos datos hacen parte de una realidad que no tiene en cuenta el contexto de la pandemia. Esta reforzó la deuda histórica que tienen los gobiernos y las estructuras familiares patriarcales con las mujeres como responsables de fortalecer políticas públicas y contratos sociales equitativos para la distribución de las labores del cuidado.

El agudízale de la triple jornada genera niveles de estrés, ansiedad y depresión que agrava los problemas de salud mental en los hogares. En este artículo no hablaremos del alarmante aumento de la violencia doméstica, sin embargo reconocemos que agrava la situación precaria que vivimos las mujeres.

Debemos tener en cuenta el contexto socioeconómico y cultural en que vivimos las mujeres para entender las situaciones diarias que atravesamos, no atribuirlas a mitos sobre el estado de ánimo de las mujeres y los ciclos menstruales.

En este momento las mujeres nos encontramos enfrentadas a jornadas laborales de más de ocho horas en teletrabajo en las que combinan sus roles de cuidadoras con les hijes acompañándoles en clases virtuales, dedicándoles tiempo y atención y/o con adultes mayores en sus jornadas diarias; y tomando a su cargo labores domésticas del hogarcocinar, comprar, limpiar y demás. 

Esta triple jornada no permite el desarrollo integral de nuestros proyectos de vida personales, fuera del espacio familiar. Al generar mayores niveles de estrés en todos los miembros del hogar, la comunicación asertiva en la resolución de roces o conflictos es casi nula. 

Es por esto que desde Vita Activa te acompañamos, escuchamos y dejamos para antes de dormir o al inicio de la jornada meditaciones para impulsar tu esfuerzo diario.

Te admiramos profundamente.  Gracias por todo lo que haces <3